lunes, 9 de noviembre de 2015

Hospital

A veces pienso que soy una mala persona porque estar en el hospital acompañando a un enfermo se me hace interminable. Pensar que hay gente que se pasa meses enteros con las noches incluidas no me hace sentir mejor. Las horas en las hospitales parece que no pasan nunca. Aun teniendo la suerte de contar con habitación privada y televisión aquello parece una cárcel. Aun cuando el enfermo sea tranquilo y no se queje. Será que me produce una cierta claustrofobia y que mi depresión y ansiedad no están para esa clase de pruebas. Pero tomo la medicación y de ese modo consigo soportarlo, pero no llevarlo bien, a eso no llego.

Además, entre ir y venir se me pasan las horas. Luego, llego a casa y está todo manga por hombro. Tengo que recoger la cocina y la ropa. Intentar poner alguna lavadora. Dejar algo de comida medio preparada. Y así un día tras otro. Y hay labores que se van quedando relegadas indefinidamente y es muy desesperante. Cuando tienes una rutina no la valoras lo suficiente hasta que no llega una situación así y te das cuenta de lo bueno que es poder hacer siempre lo mismo. Cuando no sabes cómo ir a la farmacia o cuando llevar los zapatos a arreglar. Cuando no encuentras tiempo ni para hacer la compra, entonces lo aprecias de verdad.

3 comentarios:

  1. Hola. tienes razón que cuando tenermos a algún ser cercano en el Hospital y tenemos que estar con él se hace muy cuesta arriba porque se rompe nuestra rutina y nuestras actividades cotidianas. Lo ideal sería que pronto el paciente regresara pronto a casa pero hay ocasiones que la estancia se alarga. Sólo te puedo decir que mucha paciendia y resignación y ya me puedo imaginar lo agotada que estarás. ánimo.

    ResponderEliminar
  2. Ya le dieron el alta gracias a Dios. Un beso.

    ResponderEliminar
  3. Así es, el tiempo pasa lentísimo (a veces he llegado a pensar que se me ha parado el reloj)
    Me alegro por el alta (por el enfermo y por ti)

    ResponderEliminar