Perroflautas españoles



“Egoístas, radicales, irreverentes, personas que sin haber hecho ni demostrado nada en la vida se dedican a trazar una frontera moral que divida a la gente, estando de su lado la única razón y verdadera y en el otro gente de la peor calaña”. Así valoraba un lector francés de Alerta Digital la mala imagen en su país de los jóvenes radicales españoles. Su zarrapastrosa indumentaria y su estética transgresora delata su presencia en las principales ciudades europeas. Muchos se han preguntado cómo pueden hacer frente a tales gastos frente a la imposibilidad material de tomarse unas vacaciones fuera de su lugar de residencia que hoy tiene la mayoría de trabajadores españoles.
La mala imagen cosechada por los jóvenes ultraizquierdistas españoles se pone de manifiesto, por ejemplo, en algunas informaciones aparecidas tras las elecciones del 26 de junio. En Europa ha sorprendido sobre todo la falta de respeto democrático a la libre voluntad de los ancianos supuestamente votantes del PP, lo que ha enardecido las redes sociales con insultos y descalificaciones a nuestros mayores de todas las gamas y colores.
Es natural que la mala imagen de este colectivo se haya trasladado a otros jóvenes españoles que trabajan o estudian en países como el Reino Unido. Algunos han sido atacados verbalmente por partidarios del ‘brexit’ e incluso han aparecido pintadas en contra en algunos centros educativos españoles. Aunque algunos medios nacionales han querido vendernos la mercancía como “actos de xenofobia”, nuestro españolismo no se ha visto aludido por estas acciones.
Se comprende la indignación de muchos británicos ante la intromisión activa de nuestros jóvenes en la reciente campaña electoral sobre la salida o no del país de la UE. “Mientras nosotros nos jugábamos el futuro de este país, a ellos les importaba más conservar una beca o un contrato laboral. Yo no voy a España a decirle a los españoles el camino que deben seguir”, señaló en una web nacionalista Richard Blaxe, un destacado miembro del Partido de la Independencia del Reino Unido (UKIP).
También es causa de indignación en círculos identitarios europeos la pretensión que tienen los jóvenes “perroflautas” españoles de imponerles su chata visión ideológica, a veces de forma vandálica. Algunos, pocos aún, lo han sufrido en carne propia. Tres jóvenes “antifascistas” de Leganés (Madrid) fueron agredidos en la ciudad alemana de Colonia, cuando se hallaban “empapelando” el mobiliario urbano con pegatinas con la leyenda: “en mi aldea a los fascistas se les patea”.
Entre las proclamas más repetitivas de estos furibundos grupos antisistema, las de que son un producto del descontento y de las inofensivas víctimas de una España que les ha dejado sin futuro. De forma abrumadora vinculan esa España a la de Mariano Rajoy. No explican en este sentido por qué entonces el movimiento de protesta que nucleó el 15-M, y posteriormente a todos ellos, se produjo en el octavo año del gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, cuando Rajoy era tan sólo el jefe de la oposición.
El argumento de la falta de expectativas en España indigna sin embargo entre los sectores europeos que conviven con el euroescepticismo. Un comentarista lo resumía de forma descarnada:
“¿Te sorprende que en Europa nos miren mal? A mí no. Es más, me sorprende que alguna vez nos hayan mirado bien. Europa nos dio una oportunidad y, ¿qué hemos hecho? Les hemos tomado el pelo. Les hemos robado. En lugar de ponernos al día para tener unas infrastructuras al servicio de una economía que nos permitiera estar a su nivel, nos hemos dedicado a gastar como posesos en lujos asiáticos. Si yo fuera alemán o finlandés pediría la expulsión de España de la UE.
Cuando vienen amigos finlandeses y aterrizan en Barcelona, se sorprenden de que tengamos dos gigantescas terminales. ¡Pero si son dos aeropuertos! Vamos, que comparado con Helsinki-Vantaa, Barcelona es como Nueva York o mejor aún. Y encima hay conexión de metro, cosa que en Helsinki no existe. Y explícales que el de Madrid es todavía mayor. Luego pasas junto a la línea del AVE y explícales cómo un país relativamente pobre tiene esas infraestructuras. Explícales también que, pese a que estamos en crisis y no llegamos a final de mes, las terrazas y los restaurantes están siempre llenos. Explícales por qué tenemos el parque móvil más renovado de Europa. O lo de los aeropuertos de Castellón y Ciudad Real. Explícales que aquí la gente cobra el paro a cambio de no hacer nada. Explícales que el Estado te paga un salario permanente aunque no hayas cotizado un sólo día de tu vida. Explícales que si viajas desde Barcelona a Galicia, en apenas un tramo de mil kilómetros, tendrías que pasar por seis comunidades autónomas con seis administraciones paralelas a la central y con dos policías regionales de las mejores equipadas del mundo. Explícales por qué los centros comerciales de Londres están llenos de españoles de clase media los fines de semana. Explícales que cuando Europa se apretaba el cinturón, aquí, en lugar de ahorrar, vivíamos en período de vacas gordas, con la gente pidiendo créditos a los bancos para cambiar de coche, para viajar, para disfrutar de una feria a todo plan, para que cada miembro de la familia tuviese su propio vehículo. Explícales que muchos desahuciados lo son porque en esta España de ‘jauja’ se obstinaron en tener lo que sabían que no iban a poder pagar. Explícales que un obrero de la construcción sin cualificación alguna ganaba hasta cinco veces más que un docente. ¿Dónde estaban entonces esos radicales que hoy vociferan tanto? Pues rebañando el plato como todo el mundo”.
En una reunión de universitarios de varios países, según informa ‘La Croix’, un joven católico galo preguntó por qué en España se practicaban tantos abortos pese a estar al borde del suicidio demográfico. Fue tachado de “fascista” por los representantes españoles. Lo mismo le ocurrió al arzobispo que se atrevió a poner en alza el valor de la familia tradicional. En este infierno que dibuja la apocalíptica izquierda española, la parte más caliente corresponde siempre a cualquier idea o creencia que cuestione o refute sus falsas aseveraciones y sus sectarios puntos de vista en asuntos tan diversos como el homosexualismo o el islamismo violento, entre otros muchos. Prefieren que se desmorone todo a que se caíga una sóla de sus mentiras. El problema es que esa visión torticera y frentista de la sociedad a la que parasitan termine hallando acomodo en las mentes poco cultivadas de otros jóvenes europeos.
Casualidad o no, el controvertido líder del Partido Liberal Democrático de Rusia, Vladímir Zhirinovski, ha propuesto que se prohíba la entrada en aquel país a personas de estética antisistema que procedan de naciones como la nuestra, a las que considera un caballo de troya perfectamente planificado por el mundialismo.
Y es que a lo largo de la historia hubo siempre casos de controlada disidencia, de personas que creyendo que se enfrentaban al poder en sus países, lo que hacían sin embargo era servir a los intereses de un poder mayor mucho más destructivo. Nuestros perroflautas son la versión rediviva de ese tontismo corrosivo e inútil. Es por tanto imperativo que Europa se blinde contra ellos.
 http://www.alertadigital.com/2016/07/07/por-que-los-jovenes-perroflautas-espanoles-empiezan-a-ser-tan-odiados-en-toda-europa/#.V3672IAKt_0.twitter

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