miércoles, 6 de enero de 2016

Capeando el temporal

Considero que soy una persona muy dulce y cariñosa y así lo piensan los que me conocen superficialmente. Sin embargo, también tengo mi carácter y cuando no estoy de acuerdo siempre lo digo. No soy de seguir la corriente salvo contadas excepciones. Hoy en día parece que si tienes ideas propias eres un proscrito. Por ejemplo, si yo pienso que el aborto es algo horrible, no voy a decir otra cosa por contentar a nadie. Eso me convierte en alguien a esquivar, al margen de la legalidad. No debería ser así. Se supone que en una democracia caben todas las opiniones, también las de la extrema derecha. ¿Por qué no?.

Pero aquí te puedes declarar seguir de Stalin pero no reconocer que has votado a Vox, quien por cierto, en un sistema normal electoral hubiera sacado dos escaños. Aquí puedes declararte seguidor de Buda pero no católico practicante, porque entonces eres un carca de lo peor. ¿Por qué esa doble vara de medir?. Yo lo más que puedo hacer es callarme pero no puedo decir que pienso lo que no pienso, que creo lo que no creo, que estoy de acuerdo con lo que no lo estoy. Algunos no se conforman con menos. No sólo quieren que les des la razón sino que realmente te lo creas y eso ya es mucho pedir.

5 comentarios:

  1. Lo bueno de la democracia es que todos tenemos derecho a decir lo que pensamos. Un beso!!!

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  2. Nuestras convicciones profundas, aunque no las vamos a imponer ,si que las tenemos que defender y ofrecer.Si somos coherentes con lo que creemos tendrá su fruto
    Un abrazo

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  3. Ser congruente con lo que se dice y se hace. Eso nomás.

    Beso

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