Algunos pensarán: qué barbaridad. Lo peor es un accidente o una enfermedad grave. Tienen razón, pero todo eso puedes llevarlo bien si tienes buen ánimo. Sin embargo, si te falla el ánimo cualquier nimiedad puede acabar contigo. Quien no ha sufrido una depresión no se hace idea de lo que es. Da igual que todo te vaya bien, que estés en el lugar más bonito de la tierra, rodeado de tus seres queridos, pasando un día estupendo. La depresión es como una niebla negra que lo oscurece todo y te impide disfrutar. Te quita las fuerzas, las ganas, la alegría de vivir. Sólo deseas tumbarte en la cama y desaparecer, como si nunca hubieras existido.
Afortunadamente existen medicamentos estupendos, pero es duro tener que depender de una pastilla, sobre todo cuando pasan los años y ves que no puedes dejarla. Porque el miedo a sufrir una recaída te paraliza. Es como renunciar a tu vida, a todo lo que eres, lo que sientes, tu pasado y tu futuro. La depresión acecha cuando menos te lo esperas acompañada de la ansiedad, su gran amiga. A veces la vas viendo venir, otras se presenta de improviso. Te roba la esperanza, te deja solo y vacío. No importa que los demás intenten ayudarte. Ella es más fuerte. Ni siquiera la Fe puede salvarte. Por eso digo que la depresión es lo peor que te puede pasar.
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