viernes, 26 de junio de 2015

La adolescencia debería estar prohibida

Me acuerdo una vez en que me estaban diciendo barbaridades en otro blog y yo les contesté que, por mucho que se esforzaran no sería peor que lo que me decían mis propios hijos; sobre todo porque lo de ellos te importa mucho más. Las adolescencias de los mayores han sido tremendas pero pensaba que ya había pasado lo peor. Sin embargo, ni la criatura más dulce es inmune a este veneno. El mal genio acecha tras cada esquina y va y viene cuando menos te lo esperas. Qué horror. Menos mal que sólo tengo tres hijos. Mi corazoncito creo que no tendría ya ánimos para más. Lo que tienen que soportar los padres a veces no está escrito.

Ahora a posteriori puedo contar que mi hijo mayor pasó de ser un angelito que no quería salir a la calle, había que empujarle, a ser un desconocido que no paraba en casa especialmente por las noches. La mayor, de no querer saber nada de chicos a echarse novio del primero que la miró dos veces y además ocultárnoslo. Total que no gana una para sustos. La tercera todavía no la ha liado parda, pero yo he pasado de ser la mejor de las madres a una pesada que no hace más que molestarla. Qué cruz. Voy a fundar una asociación en contra de la adolescencia o al menos que nos pongan atención psicológica a los pobres padres en esta etapa.

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